sábado, 5 de mayo de 2007

Declaro



Declaro...

por

Enrique Caballero, "Querrien"





Todas las noches ¡Amor!, además de sollozar en mi interior, me duelen los tendones, los músculos y huesos; me agobian, además de la vida, el alma toda, la soledad como suplicio, que llevo adentro cuál enfermedad que mutila mis ensueños.

Mejor que estás lejos, porque a lo mejor mi cielo, te arrastraría en ésta vorágine de cosas que nadie las entiende, ni yo mismo.

No mi amor, distante, mi salud está atropellada por los distintos avatares y tropiezos, que cuando venzo algunos, hay otros, y otros y no bastan, y no puedo convencerlos que se vayan a otras vidas, a otros destinos diferentes a los míos.

Por ello y por completo, abrazo a las sombras, las lluvias, los rocíos de mis llantos, soporto en silencio, el dolor que desde niño llevo conmigo, cuál tesoro de dolor pertenecido.

Por ello, qué me importa vivir de ilusiones, si así soy un poquito feliz, amado, dichoso, consentido y apreciado como tú aún lo haces conmigo, sin saber si lo merezco, o tú seas la musa que se ha hecho presente, en este sufrimiento tan indeleble entre mi vida.

Por ello, en las parcas noches, días, atardeceres, mediodías, medias-noches, madrugadas, albas..., no hay paz al sufrimiento que me supura entre los poros, no tengo esa pasividad en mis no tan dulces sueños, no hay dulzura en ellos porque simplemente amor mío ya no hay sueños, las ilusiones son tan pequeñitas, que a cualquier instante se quiebran cual hojas secas en mis tiempos, o un cristal de agua en un pocito, donde una roca destroza en un momento, o un amor que adoro y entonces se me cae de las manos y se estalla en total melancolía quedando la cicatriz del amar en mis recuerdos...

Esto, como ves no es prosa, ni falacias de amar en poesías, ni versos con hechizos, son palabras sin sedas, ni enmieladas baladas de poeta, son frases en perfectas realidades, mi realidad la más extraña y asqueada, que llevo siempre cuál collares o pendientes en el cuello del corazón apuñalado...

Y tu, como a otras rosas, quiero que sigas siendo la flor que vea aún en esta ambigüedad de sentires y apreciaciones, y te grito con un nudo en la garganta, a voz ronca, seca, desgajada, que este hombre que no vale tu cariño. Aceptes el clamor de mis entrañas en un deseo tan sólo y ese detalle es que sí, que sí ¡Te Quiero!, y que no importa si tu sientes lo mismo, déjame seguir pensando en ello...

De ti, Un Enrique, Un Querrién, un Hombre que por necesidad hoy es Poeta, y que se desmorona, una de tantas miles de veces en lo tan largo de la vida en su heredad, en la vejez, a donde me lleva este entorno desgraciado...

Un beso salinero, porque al confesarte todo esto, yo...., estoy bañado en aguadas de mis ojos.

Q……

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